intentaban imprimir un elemento espiritual en la sensualidad de su amor. Por último, algunos rechazaban en absoluto todo goce sensual, espiri- tualizando por completo su amor, introduciendo una profunda religiosidad en la vida de la lírica, y llegando a ser los creadores de una poesía flore- ciente en torno a la Virgen. En todo caso podría interpretarse el ensayo de idealizar el amor pro- fano, como una concesión de los trovadores al es- píritu de renuncia amorosa del cristianismo. Esta corriente aparece precisamente en la poesía italia- na, antes del Dante y en el Dante.
A pesar de lo que pudiera percibirse de ingrato en la poesía de los cantos de amor, tuvo, en defi- nitiva, una consecuencia feliz: la de contribuir a ensalzar en gran medida y durante mucho tiempo la posición de la mujer.
La mujer en la poesía popular. — En oposi- ción radical con este culto a la mujer, propio de los poemas cortesanos caballerescos, se encuentra la imagen femenina trazada en la poesía popular, primero en los fabliaux franceses, que han sido después objeto de innumerables imitaciones en Occidente, en Boccaccio (Italia) y Chaucer (In- glaterra), hasta llegar al alemán Hans Sachs. Este género poético es el de la clase burguesa florecien- te, que intencionadamente desenvuelve su oposi- ción contra los ideales de la sociedad caballeresca cortesana. Se caracteriza por su complacencia en
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