Página:Finke Mujer Edad Media.djvu/138

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mienda y arrepentimiento de los pecadores. Más de cien monasterios con miles de religiosos de ambos sexos se incorporaron a la Orden con el tiempo. La dirección de este organismo poderoso de hombres y mujeres correspondía, con poderes supremos, a una abadesa, que tenía a su manda- to toda la administración; todos le debían obe- diencia, incluso los sacerdotes. La fundación, que floreció durante dos siglos, es una prueba conclu- yente de que aun dentro del criterio ascético no se concedía crédito al menosprecio que en algu- nos círculos se tuvo a la mujer.

Mucho menos aún en los restantes aspectos de la vida. En la Edad Media, como hoy. Nada o muy poco sabemos de un sentimiento de escla- vitud en la mujer medieval; por el contrario, no debió ser cosa aislada la consciente afirmación de aquella mártir de los primeros siglos del cristia- nismo, que decía: «Somos las mujeres de la mis- ma naturaleza que el hombre, y creadas como él, a imagen de Dios.» Y de acuerdo con ello se con- ducía la mujer. Indudablemente, cuando el hom- bre hacía uso de la violencia, serían las mujeres duramente oprimidas — como lo son hoy y quizá en forma más dura — . Pero sabemos que, al mis- mo tiempo, los vínculos de la familia, del paren- tesco y de la amistad fueron estrechos y delicados. No dejan de participar en ellos frailes y monjas. Las correspondencias familiares guardan sonora

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