cir su actividad en lo esencial a los menesteres propios de la casa. Pero durante la Edad Media esta esfera doméstica era mucho más dilatada que hoy. Las mismas ciudades, no obstante tener diferente carácter que las granjas y las ¿grandes explotaciones territoriales, en éste como en los restantes aspectos, no constituyen una excepción. En las ciudades también las mujeres hacen el pan, hilan, blanqguean y cuecen la malta para la cerveza. De las pocas noticias que tenemos sobre el particular se desprende que tanto en las casas grandes como en las chicas tienen ocupación en la Edad Media un mayor número de mujeres que en la actualidad. Y como las formas primi- tivas del sentido familiar son más robustas en el pasado que hoy, tuvieron, naturalmente, más que hacer dentro de la casa las huérfanas y las viudas.
Excedente de mujeres en la Edad Media. — Hay, con todo, hechos que incitaron a alguna ac- tividad independiente de la mujer e intentos que la llevaron a mantenerse a sí misma. ¿Cómo na- ció el problema de ganar por sí la mujer su sus- tento? La causa de ello estuvo en la imposibili- dad de encontrar dentro de la familia el sustento imprescindible. Por lo menos, aquí está el punto de partida, aunque el propósito de emanciparse de la familia, existente entonces, sin duda, como en nuestro tiempo, prescindiendo del matrimonio
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