y de la profesión religiosa, impulsara en ocasio- nes a la mujer a seguir con autonomía rutas ciertamente erizadas de peligros. La imposibili- dad de que toda mujer pudiera contraer matri- monio, nacía de la conocida desproporción, re- gistrada por la estadística, entre el número de los varones y de las mujeres capaces de contraer ma- trimonio, así como también de la espontánea re- nuncia de los hombres a casarse. Las informacio- nes estadísticas referentes a todo el mundo, testi- monian hoy la existencia, contando los países que pudiéramos llamar extraeuropeos, de unos 16 millones más de varones que de hembras. Ejuro- pa, con su cifra total aproximada de unos 300 millones, contiene, aproximadamente, un exce- dente de 4.000.000 de mujeres sobre el número de hombres, y se admite, en general, que durante la Edad Media esta demasía en el Occidente de Europa fué aún mucho mayor. Cierto que los datos fidedignos disponibles corresponden al final de la Edad Media y sólo el de las ciudades se conserva, principalmente el de las alemanas; pero con una adecuada utilización puede ser aplicado para otros lugares de Alemania, por lo pronto, y para un período mayor. Según Búcher, en 1450, en Nuremberg, correspondían a cada 1.000 varo- nes 1.207 hembras, y cifras análogas resultan para un buen número de ciudades del Sur de Alemania: incluso parece que el excedente de
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