mística y en la evolución de la lengua y literatu- ra alemanas. Estas asociaciones tuvieron de or- dinario corta vida; se deshicieron, a menudo, des- pués de florecer, víctimas del lujo y de la discor- dia. Pero no dejaron de surgir otras análogas en el círculo de mujeres acomodadas.
Los beaterios.—Para la asistencia de las mu- jeres pobres y abandonadas sirvieron, desde el siglo x11, en gran parte de Europa, los llamados «béguinages» o beaterios. Surgieron sobre suelo belga, y en un principio por estímulos religiosos; pero pronto se destacó su carácter social. Difun- diéronse primero en el país de industrialización más temprana y de más densa población; y de él, bajo diversos nombres, pasaron a la región re- nana y después a distintos pueblos de Europa. Unas veces estuvieron establecidos en pequeños pabellones; otras, en granjas enormes, cercadas, que comprendían numerosas habitaciones y talle- res. El número de las beguinas en algunas ciuda- des llegó a ser enorme; en el bajo Rin, en Franc- fort, representaban un tanto por ciento conside- rable de la población. Debieron su origen a fun- daciones piadosas, que les dotaron de medios de vida. Pero después se añadieron las ganancias que las beguinas obtenían de su trabajo, al que se consagraron diligentes estas mujeres de di- versas clases sociales, muchachas solteras, viudas sin hijos, hijas de familia, antiguas sirvientas,
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