Página:Finke Mujer Edad Media.djvu/158

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tuación de la mujer en Lubeck. Y la conclusión de Biúcher es que, si comparan nuestras relacio- nes con las de la Edad Media, y la abundancia de nuestros medios con la escasez de entonces, no tenemos motivo alguno para sentirnos orgullo- sos. ¿Es acaso la existencia de nuestras obreras más grata que la de las esposas e hijas de los maestros medievales, que ayudaban en el taller a sus esposos y padres, o incluso de las tejedoras, cuyo trabajo estaba regulado por la costumbre y la ley? ¿Doseemos establecimientos que puedan compararse en claridad y pureza de intención con los beaterios?

Ocupaciones de las princesas. — Sólo unas palabras diré sobre la actividad de las mujeres que ocupaban los puestos más elevados: empera- trices, reinas y princesas. No es siempre clara su situación jurídica. De su elevada preeminencia política dan idea, junto a otros títulos que tuvie- ron, los más usuales de consors imperii, coimpe- ratrix o mater regnorum. Hasta se ha hablado de una elección formal de la reina alemana por los grandes. Desde luego, la mujer del emperador era coronada de la misma manera que su mari- do. Aparecen las princesas en todas las esferas de la actividad política. Nombran abades y aba- desas, se ejercitan en la administración de la Iglesia y se interesan vivamente en sus reformas. Tienen un puesto en los tribunales, convocan,

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