Página:Finke Mujer Edad Media.djvu/168

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de "soberanas piadosas, anacoretas y monjas, de vez en cuando de alguna madre de familia ejem- plar, pero siempre redactadas con propósito teli- gioso. Lo que ofrece Boccaccio en su obra De claris mulieríbus es otra cosa. Sus mujeres ilus- tres no son precisamente mujeres virtuosas. Por el contrario, prescindiendo de las mujeres bíbli- cas, se ocupa de damas muy nombradas y cono- cidas de la antisúedad, en número de 97: Semíra- mis, Lucrecia, Cleopatra, etc., a las que sólo contrapone siete de la Edad Media, de las cuales es la primera la legendaria papisa Juana, y la úl- tima otra Juana también, la reina de Nápoles. Poco a poco va aumentando el número, gracias a los continuadores del poeta, desde Felipe de Ber- gamo al francés Brantóme. Los escritores de este tipo quieren, con más o menos empeño, probar la legitimidad y aun la necesidad de la soberanía de la mujer. Otros escriben sobre la dignidad y el prestigio del sexo femenino; pero la generalidad de los elogios se acumulan sobre una personali- dad determinada. Estas obras están muy relacio- nadas entre sí y ejercen su influencia, sobre todo, por la masa. Demuestran que la mujer era el punto céntrico en el pensamiento artístico y lite- rario del Renacimiento.

La transformación del arte entre el siglo xt y el xv parece radical, teniendo a la vista lo po- deroso y varonil de aquel arte primitivo, aun

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