la educación y de la cultura. Cuando Antonio Alberti murió, dejando a su esposa Bartolomea con tres hijas y un hijo, la viuda solicitó apoyo del dominico Juan Dominici, preguntando a su gran experiencia pedagógica cómo podría dar a los niños una pura educación cristiana. Domini- ci, en el tratado que le envió, estudia problemas aun para nosotros vitales: acertado conocimiento de lo que en el hombre dormita, formación ar- mónica de la personalidad individual, importan- cia del trato social en la formación del carácter, problemas de coeducación, etc. De fuente cierta sabemos que la poderosa Lucrecia Tornabuoni, la esposa de Piero de Médicis, tuvo muy presente la importancia del elemento religioso en la edu- cación de sus hijos. Por el mismo tiempo exhor- taba el honorable Vespasiano da Bistieci en su obra a las florentinas, para que educasen a sus hijas en una vida grata a Dios y no pusieran en sus manos ningún libro equívoco, sino que ins- pirasen la seriedad de su existencia en las vidas de los santos y libros de historia. Viltorino da Feltre puede citarse como el verdadero pedagogo cristiano-seglar del siglo xv, que se ocupó activa- mente de la cultura femenina — Cecilia Gonzaga fué su discípula —. Al comienzo del xvi surge un gran educador de mujeres, cristiano también y de elevada personalidad, el humanista español resi- dente en Brujas, Luis Vives. Su libro De institu-
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