Página:Finke Mujer Edad Media.djvu/174

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El juicio definitivo en él, como en las obras a que dió lugar, es vacilante. Sólo Agrippa von Net- tesheim fué un panegirista incondicional de la mujer. Aquí, en el Norte, vivían los príncipes y nobles todavía aislados en castillos inaccesibles y consumían su tiempo en la lucha y en insacia- bles festines, en los que las distinguidas damas con harta frecuencia participaban. Alguna cróni- ca cuenta cómo transcurría su vida en el Sur de Alemania, en festines, bebiendo sin tasa. Precisa- mente en este siglo caracterizó a los círculos ale- manes más distinguidos el reproche de la afición a la bebida, que antes había recaído sobre los fran- ceses. Sus tipos son familiares: Otton Enrique, conde palatino en Rheine; Juan de Schweini- chen, el Rodensteiner. También los círculos bur- gueses tuvieron sus festividades, a menudo con versos insípidos; pero de ordinario las mujeres no concurrían a ellas.

Muy al contrario, en los países del Sur. Allí hubo una sociabilidad, por decirlo así, de forma científica; el talento y la cultura eran títulos para participar en ella, y en su seno se discutían seria- mente los más altos problemas. Pero también existía la sociabilidad de recreo; en ella la mujer llevaba la voz cantante. Es conocida la monar- quía de Pampínea, de Boccaccio, en las estancias campestres. Burckhardt ha reproducido con gran atractivo la descripción por Firenzuola de unas

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