Página:Finke Mujer Edad Media.djvu/41

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ba de la propia vida, en la medicina, preferían abandonarse a lo que dijeran los antiguos grie- gos y romanos, Hipócrates y Galeno, antes que avanzar en la creación espontánea. Todo esto se revela en la organización escolar, en las relacio- nes entre maestro y discípulo, en el plan de ense- ñanza, al que se imprimió el sello de lo tradicio- nal. Los estudios profanos eran preparatorios para la Teología; junto a ellos se cultivaba, ante todo, la Historia. El máximo pensador de este tiempo, un hombre genial, en cierto modo descu- bierto y protegido por una mujer, fué un irlan- dés, Juan Escoto Eriugena. Para él es norma también la razón; no sólo la autoridad. Pero tie- nen que transcurrir todavía dos siglos antes de que comience la lucha sistemática entre la auto- ridad y la razón, y conduzca a la victoria de la escolástica como método científico, que no sólo reinó durante la Edad Media, sino que hasta nuestros días ha testimoniado su influencia. As- pira a obtener, con una determinada técnica ex- terior, una visión profunda en el misterio del mundo y de la Divinidad, mediante la razón y el pensamiento sagaz. Una forma especial de cono- cimiento, el religioso-filosófico, se extiende, pues, pronto a todo el saber. A esta manifestación ra- cional del conocimiento religioso se contrapone pronto otra, inspirada en el sentimiento, y propia de los grandes místicos. Quiso una feliz coinci-

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