Página:Finke Mujer Edad Media.djvu/51

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hecho de la lectura bíblica en los primeros años de la infancia explica por qué San Jerónimo no se ocupa de la enseñanza propiamente religiosa de los niños.» Sorprende el tránsito directo de la enseñanza elemental a la lectura de la Biblia, sin preparación previa alguna. Es verosímil que en esto correspondiese a la familia una función complementaria, dado su mayor conocimiento de los escritos sagrados. Es, con todo, digno de atención que no se haya nunca hablado entonces de redacciones más populares de las Sagradas Escrituras, al alcance de la mente infantil. Tampoco prescinde San Jerónimo del aspecto moral de la educación. «Así lo prueban las nu- merosas prescripciones que descienden a los me- nores detalles sobre el cultivo del cuerpo, el trato social, la presentación exterior y hasta so- bre comidas y bebidas de la juventud femenina. Esto es comprensible si se piensa en que el gran asceta tenía constantemente ante la vista el con- traste de la cultura afeminada y corrompida de los tiempos de Roma. Una pedagogía cristiana debía contener entonces prescripciones positivas en oposición a aquella cultura decadente.» Cierto que San Jerónimo, junto al ascetismo del cuerpo dejó algo corto el del espíritu, lo que sobre todo se explica por el propósito que le anima en la educación de Paula y Pacátula, de las que no pensaba hacer mujeres cristianas que permane-

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