ciesen en el siglo, sino mujeres dedicadas a la vida conventual.
La cultura de las monjas en la alta Edad Me- dia. — San Jerónimo fué el pedagogo de la ju- ventud femenina de la Edad Media. En el Con- cilio de Aquisgrán de 817 se dictó la Institutio monialíum, que recomendaba su programa al es- tudio de todas las abadesas. Conforme a él de- bían ser educadas las muchachas, como en gran parte también los varones. Sólo pequeñas desvia- ciones se introdujeron en el programa. Es muy representativo el carácter puramente conventual de la educación femenina hasta el siglo x11 no sólo de las niñas que habían de consumirse en vida en el claustro — de las que casi toda familia noble contaba alguna —, sino también de las jó- venes destinadas al mundo.
Los resultados de la cultura femenina con- ventual no son, desde luego, insignificantes. La serie de monjas sabias comienza ya con los tiem- pos merovingios. Una admiradora de la reina Radegunda escribió su vida en un convento me- rovingio.
En los días de la cristianización de Alema- nia, las monjas irlandesas y anglosajonas acre- ditaron una excelente formación escolar. Cono- cían tan bien como la Biblia los escritores roma- nos; enviaban a Bonifacio el Grande sus poesías y ejecutaban primores caligráficos. Junto al Tau-
— 52 —
