da; su tierra es solar de antigua cultura helénica. AMí cristianizaron a los griegos; el campo visual de estos meridionales se amplía desmesurada- mente gracias a aquella expedición. Merced a ella se conoce, por primera vez, la vida espiritual y económica de los griegos bizantinos y del mun- do árabe-mahometano. Desde entonces, en las ciudades se pasa de la economía natural medie- val a la economía monetaria moderna. Allí y en Italia es donde nacen los primeros Bancos. Por primera vez prende, con grandes proporciones, una llama espiritual enemiga de la Iglesia: aque- llos movimientos religiosos y revoluciones en las que participan ricos y pobres, el príncipe y el pueblo, y que condujeron a las terribles guerras de los albigenses.
La nueva cultura laica. — La esencia de la cultura laica que se inicia entonces es la acentua- da oposición entre los g£oces de la vida y el asce- tismo, entre el amor a la mujer y el amor a Dios. El placer sensual se afirma como una apetencia "con valor propio. Aparece sin recato el anhelo de una nueva manera de vivir, que se aprende en los libros y en la relación con las mujeres. Al cultivo del alma se asocia ahora el cultivo del cuerpo. Por primera vez en el mundo medieval toman parte las mujeres en la sociabilidad; ellas muestran el camino de la felicidad terrena; tal es el fin de este ideario cortesano. El radio de los
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