Página:Finke Mujer Edad Media.djvu/90

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida

ni tomar un baño; mis vestidos son los más po- bres imaginables. Ante Vos, Santo Padre, elevo mis ojos, para no perecer, no por mi cuerpo, sino por mi espíritu, porque bien dulce sería para mí lo que todos reputan como grave desdicha: la muerte corporal.»

Ni Inocencio III consiguió abreviar sus pa- decimientos. Sólo la edad y la proximidad de la muerte lograron templar el espíritu del rey.

Roma, asilo de soberanas repudiadas. — Sin duda, en los tiempos modernos se han dado tam- bién extravíos conyugales en las casas reinantes. Pero lo propio de la Edad Media es que estas complicaciones eran causa de que la vida de la mujer quedase afectada, no sólo íntimamente, sino también en lo externo, de una manera durí- sima. El destino de la esposa de Federico el Grande, a la que el rey no amaba, no es segura- mente de color de rosa; pero el curso externo de su vida no sólo se presenta pacífico, sino hasta cierto punto brillante. Y lo mismo puede decirse de la mayor parte de las familias reales en los países civilizados. En la Edad Media, un marido sin escrúpulos podía arrojar a la esposa sin cul- pa fuera del camino normal de su vida, con lo que su destino, como el de todos los descarria- dos, altos y bajos, se hacía extraordinariamente amargo. La moral política, por lo general, tenía un nivel muy bajo. Príncipes de la Iglesia, tan

— 9% —