pontificia. El niño nació, y vivió tres días (1).
El destino de las hijas de Jaime II de Ara” gón. — Un tanto por ciento considerable de es- tos esponsales prematuros no llegó a realizarse — por fortuna, cabe decir —, merced a las circuns- tancias políticas posteriores. A veces la situación política cambia, y con ello expira el deseo de una alianza. No hay que desconocer, sin embargo, que estos enlaces nada románticos no carecierona veces de importancia política, eliminando desarmonías, fomentando momentáneamente o fortificando amistades y proporcionando a muchos padres, in- quietos por la felicidad de sus hijos, si algunas inquietudes, también algunos momentos de di- cha. A algunos monarcas no siempre les fué fácil encontrar personas de su condición a quienes confiar el porvenir de sus hijas. Un ejemplo de ello tenemos en Jaime 11 de Aragón, que además de muchos hijos tuvo cinco hijas también. Dos de ellas terminaron en un convento, y no puede decirse que fueran guiadas por la humildad. Una abandonó el claustro al frente de un escuadrón
(1) ¿Hasta qué punto eran también frecuentes los matrimonios precoces en las clases ciudadanas y campesinas? No se puede estable- cer con precisión por falta de datos. Noticias varias, procedentes de las ciudades del Sur de Alemania, indican que fueron muy frecuen- tes los matrimonios celebrados entre los quince y los veinte años; entre los campesinos, con seguridad, no se celebraban después.
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