mágica de la Avellaneda, la pluma ática y luminosa de la Pardo Bazán y que las literaturas místicas inmortales de Santa Teresa de Jesús.
Por eso la vida de familia es muy patriarcal y muy dulce en Puerto Rico. Parece que el amor domina allí, que tiene allí plantada su bandera color de perla. Cada hogar es un rinconcito paradisíaco; por eso las mujeres son muy buenas: el amor no sabe engendrar odios.
Este es el rasgo característico de la mujer de Puerto Rico, moralmente considerada: la bondad. Ella no induciría nunca á su esposo ni á su hijo para que fuesen á la guerra; por cima de su modo de pensar está su modo de sentir: tiene mucha más alma que cerebro, pero alma femenina y tierna, no alma brava y leonina como la hermosa mujer cubana del Camagüey: los besos que den sus labios han de tener algo de hostias por lo infinitamente leales y por lo infinitamente buenos: no son besos rojos, candentes, de esos que se dan en el paroxismo de la pasión, sino besos blancos....
Puerto Rico también ha evolucionado bastante hacia el progreso durante los últimos años, aunque no tanto como Cuba, porque, durante el dominio de España, y sugeta como estaba la isla al freno riguroso de la ley de Indias española, estuvo conceptuada la isla de Puerto Rico como una «segundona» menospre
