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XI
 

como se cuenta del califa Omar [1], fué prohibir á la gente arábiga la adopción del de los pueblos sojuzgados en reemplazo del suyo, el único noble y excelente por ser el del Coran y el que nuestros primeros padres, al decir de sus doctores, hablaron en el paraiso. De otra suerte, y reconociendo que su lengua, expresión, aunque limada y culta, de la vida nómada de las tribus del Hechaz, no podía servir como adecuado instrumento de las relaciones varias, múltiples y complejas de un imperio civilizado, hubieran adoptado la de los vencidos, limitando el uso de la suya á sus relaciones domésticas y á la práctica de su culto, como lo hicieron los godos en España. Con ser el árabe el idioma oficial y cancilleresco en la Persia, en la Armenia y en el Asia Menor, fué sustituido por los endémicos de aquellos paises, luego que se verifica en ellos la reacción del espíritu indoeuropeo sobre el semítico. No de otro modo hubieran pasado las cosas en Andalucía, de haber prevalecido la insurrección de Omar ben Hafsun y de sus hijos contra el califato de Córdoba. En resolución; de la larga permanencia de los árabes en España solo nos han quedado unos cuantos centenares de vocablos, hoy en no poca parte arcáicos, muchos de ellos provinciales, incorporados en su mayoría á nuestras hablas vulgares en los tiempos posteriores á las conquistas en Andalucía de D. Fernando III el Santo y D. Alfonso el Sábio, y á las de los reinos de Valencia y de Murcia por D. Jaime I de Aragón, fecha en que, reducidos sus habitantes á la condición de mudejares, entraron en trato y comunicación cuotidiana con los pobladores cristianos de aquellas regiones [2].

  1. El califa Omar prohibió servirse de (lo que él llamaba) las jergas extranjeras. Es jib, decía, es decir, artificio y engaño. Esto dió por resultado que uno de los signos del islamismo y de la dominación árabe fué el empleo de su lengua. Aben Jaldún, Prol., II, 270 del texto, y II, 316 de la trad.
  2. Aunque desde las conquistas de Toledo, Zaragoza y Lisboa, que tienen lugar respectivamente por los años de 1085, 1118 y 1145, se hace notar la influencia de la lengua arábiga, escasa hasta aquella fecha, sobre la