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tante augusta en línea recta de la primitiva habla ibérica; monumento venerable por su antigüedad y preciadísimo archivo de subido valor filológico é histórico, bajo cuyo doble aspecto merecia ser profundamente estudiada.

Doy cabida en este trabajo á las palabras de origen hebreo, no obstante de ser contadas las que se derivan inmediatamente de aquella lengua [1], siguiendo el ejemplo del docto orientalista Mr. Marcel Devic, de cuyo Dictionnaire d'Etimologie he copiado el corto número de voces malayas que en él se registran, aunque hayan venido directamente á nuestra lengua de la francesa.

En la disposición de las letras de este Glosario he seguido el órden del alfabeto latino, comprendiendo la ch y ll en sus respectivas iniciales, la ñ en la n y en la c la usada con cedilla en nuestros antiguos documentos.

Réstame decir dos palabras sobre el Diccionario General Etimológico de D. Roque Bárcia y el novísimo de la Academia Española. Cuando estas obras se publicaron, tenía yo bastante adelantada la impresión de la mia. De escasa utilidad me ha sido la primera, digna por otra parte de aprecio, pues, por lo que respeta á las etimologías en que yo me ocupo, se limita su autor á copiar las de los autores que ha consultado, señaladamente las de Engelmann, Dozy y Marcel Devic, cuya ortografía francesa reproduce fielmente, dando á entender con ello que es peregrino en el conocimiento de las lenguas orientales. En cuanto al Diccionario de la Aca-

    á mi noticia, sino por la prevención y suspicacia de su poseedor, que no tuvo á bien comunicármelo, á pesar de las reiteradas instancias de respetabilísimas personas.

  1. Léese en el P. Sigüenza (Vida de S. Jerónimo): tenemos por clarísimo que desde los tiempos de Esdras, por lo menos, la lengua santa no ha sido vulgar á los judios. Del cap. VIII del 2.º lib. de este gran escriba consta que se leía la escritura en hebreo y no en siro ni en caldeo, y que no la entendían si no se la declaraban: y dice allí que el pueblo se alegraba mucho cuando Esdras y los levitas declaraban la ley. Desde entonces corrió así hasta hoy, que en todas las sinagogas se lee en hebreo, que no lo entienden sino los maestros que lo estudian con gran cuidado.