dad afligida: Luisa Merillac, la benefactora de París, se reunió con otras damas, dominadas por las mismas aspiraciones é ideas, asociándose bajo el nombre de «hermanas de caridad», cuyas ramas se han extendido por todo el orbe, conservándose en algunas, la elevación de miras que tuvieron primitivamente; instruyéndose algunas hermandades, para estar en armonía con los progresos modernos en la asistencia de enfermos.
Es necesario llegar al siglo pasado con sus vicisitudes políticas y terribles guerras con armas cada vez más mortíferas, para poner en evidencia la angustiosa situación en que pueden hallarse, de un día para otro, miles de hombres. Las guerras de oriente y en particular la de Crimea, registra en su historia, páginas de horror en que se narran los sufrimientos de aquellos que cayeron en las batallas, sin que pudieran remediar su situación, ni vencidos, ni vencedores.
Cada nación trató de enviar entonces á los ejércitos, los medios á su alcance para remediar tanto desastre. Se vió recién que el cuerpo médico era insuficiente, no tenían elementos, no estaban organizados para esa cuestión imprevista; los socorros llegaban tarde; no había quien se encargara del cuidado inmediato de miles de heridos y enfermos.
¿Quién mejor para esta última misión que las mujeres? Francia mandó sus «hermanas de la caridad»; Inglaterra no las tenía en asociación, reunió las señoras que hacían el servicio hospitalario y confió su dirección á un ángel de la caridad: Florencia Nightingale. Ella dedicó su juventud y fortuna á la beneficiencia, y no titubeó en partir par la Crimea, donde en los hospitales militares había invadido el tifus y otras enfermedades mortíferas, que aumentaban los horrores de la guerra. Después de la sangrienta batalla de Inkerman, hizo en el campamento prodigios de actividad y abnegación; pues no teniendo personal preparado para la tarea, recorría personalmente á toda hora el vasto hospital, llevando alivio y consuelo á cada uno de los heridos; allí, al dibujarse su silueta á través de las ambulancias en altas horas de la noche,