muchos soldados que ignoraban su nombre, la llamaron «la dama de la lámpara» y admiraban su infatigable celo y dedicación. Acababan de darle el título de ciudadana honoraria de Londres, donde no ha desmayado en su larga vida, siendo respetada en todo el mundo y adorada en su país.
Más tarde la reemplazó la digna Miss Stanley, y Florencia Nightingale volvió á su país, llevando el firme propósito de continuar su tarea humanitaria. Había comprendido en el duro aprendizaje del Bósforo, que no todas las personas eran hábiles para ser enfermeras, que debía prepararse el personal de asistencia y fundó en 1856, en el hospital Westminster de Londres, la primera escuela de enfermeras, escribió el primer libro sobre la materia y á ella debe la Inglaterra, tener las mejores enfermeras del mundo. Su ejemplo ha sido recogido en Norte América por Miss Barton y Miss Wilberforce, que se hicieron notables en la guerra franco-prusiana y últimamente en la de separación en Cuba.
En su asiento en Londres la asociación titulada de «San Juan de Jerusalem» rama de aquella sociedad de «hermanos hospitalarios» que tenían por objeto socorrer los heridos y enfermos en tiempo de guerra, da instrucción y extiende más de 50.000 certificados de idoneidad cada año.
La enseñanza se hace por medio de las «ambulance classes» (clases ambulantes ó de ambulancia), donde todos los que quieren aprenden para aplicar en la vida diaria los conocimientos, que le son útil en tiempo de guerra ó calamidad publica; y hoy día, no hay distrito en Inglaterra en que no se organicen por suscripción, series de 5 á 6 conferencias dadas por médicos competentes. Se fomenta la instrucción entre los vigilantes, bomberos, soldados, marineros, obreros de fábricas, empleados de ferrocarriles, sociedad de caridad, etc., y las personas de alta posición se consideran en el deber de adquirir por examen, un certificado de idoneidad y la medalla, que es reconocida oficialmente.
A más, la «St John's Ambulance Association» tiene sucursales por todo el mundo civilizado y entre nosotros existe una floreciente, cuyos miembros engrosan las filas de la «Sociedad Argentina Prime-