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El canto de las sombras

OCASO INVERNAL

Pasan de mañana, cuando el sol asoma, y en la tarde muda, cuando el sol se vá; por la carretera que las vegas corta, los pobres que viven mendigando el pan.

Y aunque el viento silbe gimiendo en las tejas, siempre en el camino se alcanza a avistar aquel triste cuadro de tanta miseria; el anciano, el niño, la bolsa y el can.

¡Cuántos desengaños para el buen aldeano! ¡Cuántos sinsabores para el niño yá! Por aquel mendrugo ¡cuánto han caminado! Y aún así quien sabe, si hoy no cenarán.

A la luz escasa que el fanal enciende, hay veces que tarde suelen retornar, y es algo que apena sentir como advierte el perro que ladra porque es noche yá.

¡Cuántos sinsabores por vivir la vida, por cumplir un sueño. ¡Por saber amar! Y aún así, que miedo de morir un día por aquel pequeño que a su lado vá!

Tal, bajo la nieve que incesante cae, presagiando el viejo su fin, pensará que la muerte llega demasiado tarde, pero que aún no quiere, por su hijo, marchar.

Y en la gris nostalgia de la tarde fría, mientras brama el viento que viene del mar, es un “Triste Ocaso””, que el cincel inspira, el anciano, el niño, la bolsa y el can.

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