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El canto de las sombras


LAS IDAS...

¡Oh! aquellos caminos que no terminaban; que iban... que iban... ¡yo no sé hasta cuando! Polvorientos brazos que la vega abrazan en el ceñimiento del confín lejano.

¡Oh! las arboledas de desiertos olmos que tanto gimieron, que tanto deeían con el viento amigo, que al mirarlos solos, los besó en las hojas 'como en las pupilas.

La canción doliente de sus soledades, el poema triste de sus plenilunios, el recuerdo vago que flota en las tardes por aquellas fajas que se van del mundo...

¡Cuántas, cuántas veces me sentí gitana y anhelé la vida de tanto bohemio, v sobre la arena dejó mi sandalia la huella proscripta de los misioneros!

De exóticas horas vivo enamorada y soy una enferma de las vaguedades; busco los olvidos, quiéro las distancias; . ¡ala que no pliega jamás'sus plumajes!

Conocen mi sombra los recodos viejos y en las horas vagas de noches oscuras a lo largo pasan aullando los perros aún en la creencia de que va la bruja.

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