El canto de las sombras
EL EXODO DEL PAYADOZ
Eran dos sombras unidas en el confín azulado, dos resurrecciones tristes, dos recuerdos solitarios; que se iban, que se iban solos, mudos, abrazados... Eran los últimos parias de la estirpe de los ranchos.
Y el sol que amó las creaciones, con un solo beso largo a logs nómadas queridos despidió sobre el ocaso; y las formas se extendieron, y las formas se alargaron en el dintel del olvido que amortiguaha un pasado.
Ya no cruza los juneales el soñador de los campos, partió en el destierro eterno de un crepúsculo rosado; la guitarra de los ““tristes le siguió en el viaje trágico. ¡Tal vez al dintel del mundo todas sus cuerdas sangraron!...
Y pareció que las nubes al trovador se abrazaron, y su sombra en los confines, con la sombra del caballo, formó un punto, un punto negro, como un pájaro lejano que volvió a su selva virgen, lento, mudo, solitario...
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