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Antes de poder conocer cada una de las producciones especiales de aquel suelo maravilloso, comprendió la importancia de su posesión, y la espuso de esta manera: "Cuáles son los beneficios que se podrán sacar de aquí, es lo que no escribo. Es cierto, serenísimos príncipes, que, donde hay tales tierras, debe existir infinidad de cosas útiles.... y mas tarde es cuando se sabrán las ventajas que pueden reportarse de ellas."[1]

Teniendo intuitivamente una clara noción de sus infinitos recursos, y de su preeminencia sobre las otras, después de disfrutar de todos sus encantos, y de ponderarlos como poeta, como naturalista y como marino, afirmó que, con lo descubierto acababa de abrir nuevas vias á las relaciones humanas, y que "la cristiandad sobre todo tendría negociación en ellas, cuanto mas la España, á quien debe estar sujeto todo."[2] Entonces, dejándose llevar en alas de su divina inspiración, osó dar un consejo, que casi fué un precepto, á sus soberanos y señores, esponiéndoles con franqueza y libertad cristiana, que no debían permitir la entrada en mansión tan venturosa á ningún estranjero, á menos que la pureza de su fe no estuviese fuera de duda, porque, habiendo sido hecho el descubrimiento en nombre de Jesu-Cristo, para su mayor gloria, y dilatación de la Iglesia, no era justo que la incredulidad disfrutara de una conquista del catolicismo.[3]

Estas palabras escritas cuarenta y seis días después del primer desembarco en San Salvador, mientras y aun antes de estar completamente terminado el descubri-

    habido persona que le halla mal la cabeza, ni estado en la cama por dolencia, salvo un viejo de dolor de piedra.... Esto que digo es en todos tres navios.... Martes 27 de Noviembre de 1492.

  1. Diario de Colon. Ibid.
  2. Ibid. Ibidem.
  3. "Y digo que vuestras altezas no deben consentir que aquí trate ni faga pié ningún estranjero, salvo católicos cristianos, pues todo esto fué el fin y el comienzo del propósito que fuese por acrecentamiento y gloria de la relijion cristiana &c." Ibid.  Ibidem.