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CAPITULO X.


I.


A fuerza de bordadas consiguió el almirante entrarse hasta el fondeadero de Rastrello, dando gracias al todopoderoso por haberlo apartado de riesgo tan inminente.

Despachó en seguida un correo á Castilla, para dar parte de su llegada á SS AA., y después escribió al rey de Portugal, que se habia retirado á su palacio de Valparaiso, huyendo de la peste, con el objeto de que le permitiera echar el ancla en Lisboa, no creyéndose seguro en un sitio como Rastrello, tan abundante enjentes capaces de venir sobre la Niña, á la que suponían atestada de oro, en razón á venir de las Indias, descubiertas por él; y preveyendo la susceptibilidad de Juan II, le insinuaba con destreza, que no habia ido hácia Guinea, sino al estremo del Asia por occidente.

Hecho lo cual, añadió una postdata á la carta que redactó en medio de la tormenta, á la altura de las Azores para Luis de Santangel, el hombre que con mas ahinco sirviera á su espedicion, con fijar el ánimo de la reyna, para decirle, que los elementos le habian forzado á guarecerse en el Tajo, lo cual tenia por la cosa mas sorprendente. Y en efecto, no iba descaminado al estar temeroso de las fronteras del monarca que lo mandó perse-