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HISTORIA DE LA

pone además en el lomo de su caba- o un pedazo de cuero, sobi>e el cual se sienta llevando un estribo suma- mente raro, en que hace ostentación de todo el luío que la es posible ; es- tribo que llaman keia-kenohue ^ y que usan todas las Indianas de las partes australes délos Pampas. Con- siste en una pieza fuerte de tela de lana, adornada de colores vivos, y de tres á seis pulgadas de larga , cuyos estremos unidos por el mismo tejido se separan en franjas desde su misma juntura. Este aparato va colgado del cuello del caballo , pendiente sobre el pecho. Cuando la Indiana quiere montar , pone allí un pié, agarra un puñado de la crin, y de un salto que- da como encajada entre los dos ro- llos con las rodillas muy levantadas y los pies colgando; posición á la ver- dad nada cómoda , pero que no im- pide que galopen tan velozmente co- mo los hombres. Suelen llevar las Indianas en estos paseos un sombre- ro de viaje, que parece un gran pla- to ó fuente boca abajo , formado de mimbres de sauce y de lana, entre- tejido con mucha hs^bilidad y ador- nado con chapas de plata o cobre. Llámase este sombrero joa , y va prendido por detrás con dos hilos al cabello, y por delante con un barbo- quejo. Desconocen los Patagones la poli- gamia. Muy diferentes en esto á los Araucanos, el marido jamás abando- na la mujer lejítima ; de suerte que el hombre ni aun puede dejar una concubina , sino cuando de ella no tiene hijos. Si en una guerra hace cautivas , estas son criadas y no ri- vales de la esposa de un Patagón. Los maridos son sumamente zelosos, y castigan con gran rigor la mas leve infidelidad ; pero mientras perma- necen solteras, gozan las mujeres de una libertad completa ,^ bien que son ejemplarmente castas y tiestas. Si|;uiendo una costumbre jenera- lizaoa entre los Patagones , Arauca- nos y Puelches (dice el sabio natura- lista que tantas noticias nos ha dado de aquellas reiiones) luego que una ióveso tiene inaicios de su nubilidad, lo advierte á sn madre ó su mas cer- cana pariente, quien lo manifiesta al cabeza de la familia, y este esoGJe inmediatamente su yegua mas gor- da para regalar con su carne á sus amigos. La doncella se coloca en lo interior de un toldo ( tienda ) llamada puete nuca^ separado de los demás y adornado al intento. Allí , en una especie de altar recibe las visitas sucesivas de todos los In- dios de ambos sexos de la toldería , que van á felicitarla de ser mujer , y á recibir de su mano una tajada de yegua , proporcionada á su clase ó graao de parentesco. Cuan do ya han ido todos los visitantes , y nadie de la tribu ignora que la joven India- na es nubil, la sientan en una man^ ta de lana que su madre coje por de- lante, y su parienta mas cercana por detrás; y llevándola así como en an- das, la pasean en tanto que una vie- ja ^ desempeñando las funcione^ de adivino ó sacerdote, marcha al fren- te cantando, sin duda para conjurar al espíritu maligno. Este acompaña- miento se encamina lentamente hacia un lago inmediato , sin que nadie le siga; y la sacerdotisa entra la prime- ra,)toma un poco de agua y la arroja al aire, hablando largo rato; induda- blemente para rogar al dios del mal que proteja á la doncella en su nue- va situación. Las demás mujeres su nleten también en la laguna , y ter- minado el conjuro zambullen allí á la joven Indiana por tres veces con- secutivas , la enjugan bien , estien- den algUQas piezas de tela en la ori- lla , la acuestan y la cubren con lo mejor que tienen. Al cabo de un lar- go rato , cuando la sacerdotisa ha concluido y empezado de nuevo sus oraciones, vuelveii la neófíta á la toldería , y en ella tiene represen- tación desde entonces. Esto se hace jeneral entre los pueblos de la Amé- rica meridional , sin mas que variar las ceremonias , según los países. Al celebrarse los matrimonios , el pretendiente está obligado á hacer regalos á los padres de la futura, que á yeces suelen fijar el precio que^ quieren por su hija , y si no escede del caudal del novio , se arregla todo fá- cilmente; en la inteligencia deque nunca se fíia la atención en la con- ducta pasada de la novia » porque