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Historia de un amor turbio

demás era nuevo para Rohan. Al cabo de un cuarto de hora la puerta se abrió y Merced des avanzó, con la expresión de una perso na que simula ignorar de qué modo recibirnos. Rohan fué sonriendo á su encuentro y ella entonces le extendió franca la mano.

—Qué gusto nos da! Cuánto tiempo!

—Sí, mucho. He querido venir varias veces,y nunca he tenido tiempo. Suponía, como supongo aún, que mi visita no.....

—Qué ocurrencia!... Por qué? Nunca más nos hemos visto, verdad?—preguntó con recordativa curiosidad.

—Nunca es decir, ayer las ví á Vd. y á Eglé.

—Sí?..... No lo vimos.....

La puerta tornó á abrirse y entró la madre.

Apenas vió Rohan su aire lento y grave comprendió que la señora esperaba antes que todo que la condoliera por la pérdida irrepa—“ rable..... Así lo hizo y la madre, tras la dolo-