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Los perseguidos

Sí, me contaba un caso curioso.

—De qué?

—De un amigo perseguido. Entiende como un demonio de locuras.

—Ya lo creo, como que él también es perseguido.

Apenas oí esto un relámpago de lógica explicativa iluminó lo oscuro que sentía en el otro. Indudablemente!... Recordé sobre todo su aire fosco cuando le pregunté si no sicologaba más... El buen loco había creído que yo lo adivinaba y me insinuaba en su fuero interno...

—Claro!—me reí.—Ahora me doy cuenta !

Pero es endiabladamente sutil su Díaz Vélez—y le conté el lazo que me había tendido para divertirse á mis expensas: la ficción de un amigo perseguido, sus comentarios.

Pero apenas en el comienzo Lugones me cortó:

—No hay tal; eso ha pasado efectivamente. Sólo que el amigo es él mismo. Le ha