No se estire tanto, Rohan, que me va á tocar los pies.
Rohan se volvió sorprendido y en ese instante sintió su propio pie estrechado. Mercedes, inmóvil, lo miraba con una expresión turbia de obstinación y mareo.
Antes que Rohan hubiera tenido tiempo de hacer el menor movimiento, había retirado los pies sin hacer ruido.
—No alcanzo, Mercedes respondió. Aunque quiso hablar ligeramente, su voz á él mismo le sonó á falso. Eglé miró á su hermana con atención. La madre, fastidiada al fin, dijo que esas no eran las bromas más adecuadas en una niña, aunque fuesen con Rohan. Este se echó á reír.
—Soy tan poco peligroso?
La madre miró á todos.
—Quién ha dicho eso? Oh, por favor, Rohan! Quiero decir que aún para usted que es de la casa y juega con ella misma, esas bro-