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Historia de un amor turbio

mas son demasiado fuertes—sobre todo en una niña insistió severa, señalando á su hija con el mentón.

—Bueno, mamă! bueno, mamá! Me arrepiento de todo. Quiero ser juiciosísima, más juiciosa que Eglé. Perdón, mamá, perdón, Rohan; perdón, Rohan, perdón, mamá.....

Su madre miró á Rohan con lástima, aunque también con visible orgullo. Evidentemente tenía debilidad por Mercedes.

Los antebrazos volvieron tranquilos al mantel. A pesar de la paz, la noche pesaba un poco sobre los nervios de Mercedes. Queria estar seria y de pronto rompía en carcajadas cortas y timpánicas. Un cuarto de hora después no pudo más y se rió cinco minutos sobre el borde de la mesa, con el ritmo en cascada y contagioso de las histéricas. Mientras ninguno hablaba, las carcajadas decrecían hasta perderse y la joven quedaba inmóvil. Pero en cuanto se decía cualquier cosa, -