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DIEGO DE ROSALES.

Aqui cautivó dos indios gigantes de Chile, que Francisco Lopez Gomara describe largamente con todas sus individuaciones; y dice, que eran de tres varas y una tercia en alto, lo mas del cuerpo desnudos, y alguna parte abrigaban con pieles de animales y fieras marinas; el cabello traian largo y trensado, colgando dél muchas flechas; el arco al ombro, el rostro pintado de amarillo, y figurado un corazon en cada mexilla: tenian los pies muy disformes y embueltos en los pellejos de los pies de las fieras, con que se hazian mas orribles, y por esta causa los llamaron Patagones. Y Thedoro Bry, en los escolios a las relaciones de Geronimo Benzon, se vfana que el es el primero que alió el motivo de llamar Patagones estos gigantes, por averlos descubierto Magallanes y allado que tenian grandes pies y los trahian calsados con pieles de Osos o de otras fieras. No tiene que alabarse de ser el primero que sacó a luz esta denominacion: que cuarenta y dos años antes lo avia dicho Gomara en la historia general de las Indias que estampó en Zaragoza, año de 1552, y Theodoro Bry imprimió la suya mucho despues, año de 1594. Eran estos gigantes Patagones boracissimos comedores de carne cruda y de quanto les ponian delante. De vna vez se comia cada vno media fanega de viscocho, y de vn resuello bebian vn cantaro de mas de media arroba de agua, y se saboreaban con el vino.

El navio Santiago, despues de aver descubierto un hondo y espacioso rio de agua dulce, que le llamaron de Santa Cruz, y costeando cinquenta y tres leguas, vna tormenta de viento Occidental le estrelló en vnas peñas, salvóse la gente, y púsose en camino por tierra en busca de Magallanes, y al cabo de cuarenta dias llegaron al alojamiento de la Bahia de S. Julian, habiendo padecido inmensos trabajos de ambre, frio y caminos ásperos, fragosos y sumamente intratables. El imbierno se encruelecia cada dia mas; los frios eran intencissimos, assi por la cercania de la cordillera nevada, como por la altura polar y desabrigo de los aloxamientos. Las raciones de Pan y cecina se tasaban con tanta apretura que murieron muchos de ambre y de los trabajos tan insoportables que excedian a las fuerzas y sufrimiento de los hombres.

Rogáronle al Almirante Magallanes se volviese a España antes que pereciessen todos a manos de la cruel necessidad y temple tan intolerable, especialmente que estaban metidos en vn enmarañado laberinto de vahias y confussas ensenadas, donde en lugar de allar salida, encontraban con miserables naufragios como el que tenian a los ojos en la Nave del Capitan Juan Serrano, y que el Hivierno todavia implacable no les dexaria passar adelante, y no siguiéndose vtilidad alguna en el padecer, era, no solo temeridad, sino inhumana desesperacion, el dexarse morir a los rigores del tiempo y estacion tan intratable y rigurosa; pero Magallanes, que tenia el corazon de bronse y nada temia menos que los riesgos y lances del morir, pues en ningun lugar se pueden estorvar las execuciones de la muerte y en todos ay envarazos para vivir, reprendió severamente aquellas platicas y amenazó que castigaria a quien se atreviese a renovarlas.

Llevaron pessadamente los castellanos tanta severidad, y se persuadieron a que a costa de sus vidas queria aquel Portugues inexorable y de tan erizado sobresexo recuperar la gracia de su Rey Don Manuel, y assi le importunaban con protestaciones y requirimientos, brabeaban enojados y con mucho descoco amenazaban le dexarian, y muy de veras platicaron de matarle o prenderle. Estas conversaciones llegaron