a sus oidos; llamó a los Capitanes, y teniéndolos juntos en su nave, hizo luego matar a puñaladas a Luis de Mendoza, descuartizar vivo a Gaspar de Quixada, y al Capitan Juan de Cartagena y al clerigo capellan y vicario de la armada, los estropeó y dexó desterrados por aquellos desiertos. Juan Laet dice que el clerigo era frances y los demas castellanos, y que hizo estos castigos por varios delitos graves que avian cometido, y San Roman se alargó en el juicio mas temerariamente, diciendo: hechos estos castigos a titulo de traidores, palabras que deviera aver callado o moderado, por no poner injustamente infamia de traidores a los que no lo fueron. Pues, como dice Bobadilla con otros muchos doctores, aun el que pone manos violentas en su Capitan no es traidor, aunque merese la muerte y perdimiento de vienes, sino es que sea vn Virrey, Presidente o Oidores, como lo dice la Ley segunda de la nueva recopilacion. Y el aver castigado al capellan fué temeridad y osadia grande, por no poder un lego castigar delitos de vn eclessiastico. Castigó tambien a otros con varias penas, con mas furor militar que justicia legal, pues aun no guardó el juicio irregular que en la milicia se permite; y siendo como eran castellanos, y el clerigo frances, devia el Almirante Portugues proceder con mas madura deliberacion, y templar los impulsos de la natural antipatia que siempre ha reynado en estas naciones, porque no dexase a la sospecha lugar para presumir que avia obrado apasionado. Pero no nos es licito juzgar acciones agenas, ni menos las intenciones: baste aver referido el caso para que se vean las contradicciones que tubo este valeroso Almirante; que luego trató de hazer provision de pájaros niños y de proseguir su viage, y nombró nuebos capitanes en lugar de los muertos, que fueron Juan Serrano, Duarte de Barbosa su suegro, y Albaro de Mesquita su sobrino.
A veinticuatro de Agosto salió de la Bahia de San Julian, y tres dias despues tomó puerto en el Rio de Santa Cruz, donde hizo matalotage de pescados, como robalos y. otros, y mucha cecina de becerros y lobos marinos. A veintiuno de Octubre ganó el cabo de Las Onse mil Virgenes, que es la primera garganta del estrecho, y llegando a las islas Pinguinas, descubrió vn gran canal. Embió a reconocerle a su sobrino Mesquita en la nave San Antonio y entre tanto dió fondo en el puerto de San José, donde cogió mucho pescado y alguna leña. Viendo que no venia el San Antonio despachó en su busca al capitan Serrano con la nave Victoria, el qual despues de tres dias dió aviso que no paresia y que aquel canal era vn brazo de mar que desembocaba en la del Norte. Navegó el Almirante con las tres naves, y no allando a su sobrino, se persuadió avia tomado la derrota para España: confirmóle en su presuncion Andres de San Martin, que iba en la Armada con fama y echos de muy cientifico astrologo, el qual hizo juizio astronomico (o por mejor decir diabolico) de lo que avia sucedido.
Verdaderamente que se volvieron, porque irritados los castellanos de los castigos tan sangrientos y exorvitantes que avia executado el Almirante, culpando a Mesquita, que por su consejo y siniestros informes avia conducido a su tio a tan insolentes rigores, Esteban Gomes, Piloto de aquella nave, le puso en prision, y vna noche dió cantonada al Almirante y se volvió a Sevilla, y coxió en el camino al clerigo francés y al capitan Juan de Cartagena. Con esto Magallanes ablandó algo aquella condicion de ierro, y mudando la