huyendo como un gamo, seguido de innumerables familias que dejaban sus hijos tirados en los campos i de soldados sin honor que arrojaban sus pesados arcabuces en el sendero, encerróse en el fuerte Penco, donde fué depuesto con ignominia por sus propias tropas indignadas.
XXV.
Todas las posesiones españolas fueron al mismo tiempo arrasadas hasta el Maule, arrojándose los pehuenches, mas feroces todavía que los araucanos, porque son ménos bravos, sobre las haciendas de los españoles, matando i cautivando mas de mil familias i causando daños que en aquella época de comparativa penuria fueron valorizados en ocho millones de pesos: el botín de ganado pasó de trescientas mil cabezas.
XXVI.
Aun la plaza de Arauco, llave maestra de la frontera, defendida durante un corto tiempo animosamente por un soldado natural de Navarra llamado José Bolea, hubo de ser evacuada, retirándose su guarnicion por mar a Penco.
Solo esta ciudad fuerte no habia caido en manos de los bárbaros, pero teníanla en tan continuo sobresalto que en una ocasion se robaron los indios un sacristan del atrio de la Catedral....
XXVII.
Tal era el lastimoso aspecto del reino un siglo despues de su conquista i ocupacion por los castellanos, reducidos ahora únicamente a las ciudades de Santiago i de la Serena, arruinadas ambas por un espantoso terremoto (1647). Todo lo demas habia vuelto a ser indíjena.
XXVIII
Pero en medio de aquella desolacion jeneral quedaba todavía un muro en que se guardaba con honor la bandera de Castilla.
Era ese muro una simple estacada de rebellines de roble defendida por el consejo i el ejemplo de dos monjes de pecho levantado.
XXIX.
Hemos dicho que la recien fundada fortaleza i mision de Boroa habia sido desamparada por el maestre de campo Salazar, quien, léjos de regresar a ese punto estratéjico, huyó para la costa desde el Tolten. De modo que cuando este mandria ridículo entraba huyendo por el porton de Valdivia, el pequeño reducto de los llanos centrales de Arauco veíase envuelto por no ménos de cuatro mil indios al mando del