para que sirva de guía á nuestros lectores, y cuyo más perfecto conocimiento hemos de obtener al tratar detenidamente de cada uno de los diversos sistemas de fabricación empleados, diremos que en los siglos XII, XIII y XIV, puede asegurarse que la decoración dé la azulejería en Sevilla concretóse al mosaico.
A mediados del XV aparece el llamado de cuerda seca que dura hasta la primera mitad del XVI, en cuya época nacen los dos procedimientos que hemos distinguido bajo la designación de azulejos de cuenca y de pisano. Los primeros continúan empleándose hasta fines del siglo XVII, ó cuando más hasta el primer tercio del XVIII, y en cuanto á los segundos participan del mismo abatimiento que alcanzó á todas las artes y á las industrias en la última centuria citada. Piérdense las prácticas de otros tiempos, apenas si hay algún que otro artista que empleara sus pinceles en la decoración de los barros; los mismos colores ó esmaltes, unos pierden su vigor, otros, como el verde tinta, apenas si se emplea por la dificultad de su manejo, sustituyéndolo por un verde sucio, y alguno, como el melado, desaparece. La obra en totalidad resulta fría, insustancial, sin el encanto que les daban la riqueza y brillantez características de las obras ejecutadas en los felices días del siglo XVI.
Hasta tal punto decayó esta industria, que en nuestros días y en la segunda mitad del próximo pasado siglo, no concebía la generalidad de las gentes que pasan por ilustradas, que los azulejos pudiesen ser apropiado elemento ornamental de suntuosos edificios, y necesario ha sido que se haya efectuado en Sevilla un sorprendente renacimiento en las manifestaciones de la industria cerámica, para que muchos se hayan convencido de la bondad, conveniencia y belleza de los productos de esta fabricación. Hoy por fortuna, casi ha recobrado su primitivo esplendor;, y decimos casi, porque el refinamiento de nuestras costumbres ha reducido los límites de la producción; pero, aún asimismo, el arrabal de Triana puede enorgullecerse del renombre que van alcanzando las obras de sus alfaares, en los cuales, se produce todo género de azulejería, según los procedimientos antiguos, así cómo muy bellos platos y elegantes vasijas que decoran hábiles artífices.