baja de 0.05484 de su semi-eje mayor, y hallándose la tierra en uno de los focos de esta elipse; logrando yo de un modo cualquiera encontrar á • la luna en el perigéo, se disininuia reparablemente la distancia evaluada antes, y por tanto mi viaje. Mas dejando aparte tal hipótesis, era lo cierto, que de las 237.000 millas, debia restar los rádios de la tierra y de la luna, de 4,000 el primero y de 1.080 el segundo, por manera que quedaba reducida á 231.920 millas la estension aproximada de mi camino, cuyo espacio no era á mi parecer tan estraordinariamente considerable. Viajamos sobre la tierra con una velocidad de sesenta millas por hora, y es de suponer sea con el tiempo mayor aun la que se logre alcanzar; pero contentíndome con la primera, deberian bastarme 161 dias para llegar á la superficie lunar. Gran número de circunstancias me inducian ademas á creer que la rapidez, con que se verificaria mi viage, seria mucho mayor que la de 60 millas por hora; mas como estas consideraciones me produjeron una impresion profundísima, necesito esplicarlas estensamen te y esto lo haré más adelante.
La segunda cuestion, que necesitaba examinar, tenia una importancia muy diferente. Segun las indicaciones barométricas, sabemos que elevándose por encima de la superficie terrestre 1.000 piés, déjase debajo, casi una treintava parte de la masa atmosférica; elevándose á 10,600 piés, dejamos una tercera parte; y á los 18,009