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se comprender mejor, pero es inexacto. Lo usaba hasta con sus procónsules: “Que recomiende U. con frecuencia á los alcaldes, tenientes y el vecindario todo, el más exacto, puntual, escrupuloso y delicado cumplimiento de la orden vigente...” Cuidado de las caballadas.

Este estilo de déspota es más bien el de un déspota tenaz que enérgico. El estilo de los déspotas enérgicos es conciso e imperativo. La concisión admirable de César, que Cicerón llamaba vim Cesaris, y se encuentra también en los escritos y proclamas de Napoleón, es el polo opuesto del estilo pesado de Rosas, recargado de sinónimos sin cuenta. El estudio de varios episodios de su carrera prueba también esa falta de energía que déja entrever su estilo. Así es que atacado por Urquiza, el gran jinete no montó una sola vez a caballo, para avivar el entusiasmo federal de sus gauchos siquiera, y apenas perdido el primer choque en Caseros, se refugió en Inglaterra, cuando disponía de tantos recursos.

Si de la forma se pasa a estudiar las doctrinas o sea el fondo de las instrucciones, se reconoce pronto que emanan de un temperamento que se distingue por una laboriosidad, un método y un ahorro verdaderamente admirables. Y esas calidades son tan desarrolladas, que bajo esos puntos de vista, su lectura puede ser útil no solamente a los que se ocupan de ganadería, sino también a los empresarios de la industria y del comercio. La gente debe madrugar: “Los peones deben levantarse en verano, otoño y primavera un poco antes de venir el día, y en invierno mucho antes... Un capataz que no sea madrugador, no sirve por esta razón...” Calidad de los