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Los capataces deben procurar entrarse por los ro­deos y por entre las crías o haciendas para aprender a conocerlas bien; para de ese modo poder echar de menos las que le faltan, y poder dar razón de todas las hacien­das; muy particularmente para cuando llegue el caso de que yo haga preguntas sobre éste o aquél animal y sobre todos.

Doma de potros. — Ningún redomón debe enfre­narse hasta que yo no vaya. Si es capaz de trabajar de lazo, con riendas, puede trabajarse en él hasta que yo vaya. Los potros al domarse, debe cuidarse que no los dejen porfiados y que no los cansen al galoparlos.

Los caballos maulas que poco valgan o por maulas, o por porfiados, o poñerudos, o por mancos, o por viejos, debe ponérseles una guasca en el pescuezo, y conservarse así sin ensillarse hasta que yo disponga de ellos.

Tropillas de caballos. — Las manadas de caballos deben parárseles rodeo diariamente en los lugares que yo he destinado, y deben estar en el rodeo hasta el mediodía. Sólo en el caso que anden caminando, por irse por los mosquitos u otras causas, o porque traspasen las tierras, entonces no se les parará rodeo, pues que habrá que encerrarlos a la tarde y largarlos de mañana; esto se entiende con todas las manadas y con las de los puestos: con las crías debe usarse el mismo método.

Caballos del patrón. — Debe atenderse que el que los cuide dé cuenta por la mañana y a la noche de estar todos o no. Debe decir: están todos los caballos: vein­-