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mediodía, habrá galopado y compuesto la mitad, dejan­do para el otro día la otra mitad; que es decir, que cada día compondrá y galopará una mitad.

Como deben cuidarse. — A la tarde los echará al rodeo una hora antes de ponerse el sol, y se ocupará de agarrarlos de la cola y hacerlos parar de ella, rascar­ los con el cuchillo, y luego ponerles los cordeles. Los lunes les ensebará bien los nudos de las manos y patas con sebo derretido, y a los caballos que tengan las colas comidas, se les engrasará con grasa en rama, de vaca, o de potro de la que hubiese. Las sogas y los bozales debe tenerlos siempre suaves y blandos para que no maltraten. Debe tener siempre dos caballos atados a soga, a los que dará agua diariamente y galopará y recorrerá como a los demás.

Lo que debe hacer el capataz. — Las yeguas y las crías entran también en la cuenta de los caballos para la composición y el galopeo. El capataz no debe fijarse de lo que le diga el que los cuida, sino que de cuando en cuando debe ver si cumple con todo cuanto se expresa en estas instrucciones para lo que debe él materialmente verlo, y no estar a lo que le digan. Debe entrarse por entre los caballos para contarlos y ver si hay alguno ma­ñero para parar, o que se le conozca que no se trajina. Debe cada mes hacer que el que los cuida, en su presen­cia los agarre uno por uno, y los trajine y galope hasta que no quede uno, ni las yeguas ni las potrancas, y de este modo verá de cierto el capataz si se cumple con lo que mando. Esta misma operación hará el ayudante en cada mes o recorrida.