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Maneas y espuelas. — Debe tener doce maneas blandas, buenas y fuertes, para lo que se ocurra en el trajín diario. El que los cuida jamás los trajinará sin espuelas y el que anda sin espuelas dándoles riendas, o trajinándolos, o enseñándoles al rodeo, cometerá un de­lito. En esto debe haber gran cuidado.

Caballos. — Debe haber el más delicado y puntual esmero en que el que trabaje en un caballo no lo remate, y que lo mude antes que se le ponga pesado. No hay cosa más mala que rematar o cansar un caballo. De ello resultan las muertes y el consiguiente menoscabo. El caballo cansado si no muere queda lisiado, y a poco tra­bajo que haga, se enferma y se cansa. Para evitar todo esto y aun las más maltrataduras, es lo mejor mudar frecuentemente. Esto mismo debe tenerse presente cuando se mande algún chasque, para hacerle mil encargues con el fin de que camine de modo que no canse el caballo, al trote y galope, más trote que galope.

Animales con postemas u hormigueros. — Los animales que se noten con postemas se deben voltear y reventárselas para que sanen. Dichas postemas se abren bien con el cuchillo para que no vuelvan a criar maleza.

Los animales muy vasudos deben desvasarse. Y cuan­do algún caballo tiene malo un hormiguero en los vasos, se le hace un agujerito con el cuchillo, pero lo mejor es hacérselo con un asador caliente.

Los caballos porrudos deben desporrarse.

Caballos delgados. — Es muy necesario tener caba­llos delgados para andar, es decir, que ni para recogerrecoger