142 PANORAMAS DE LA VIDA
una romanza y un vago suspiro, daba todavia los últimos saltos de la niñez.
Una noche, con todo ese tesoro de belleza, de dicha y de candor. sin contar un elegantísimo vestido de muselina blanca; sembrada de jazmines la negra cabellera, y prendido al pecho un ramilletito de violetas, Delfina hacia su primera entrada al mundo en un resplandeciente salon de baile.
Un silencio de admiracion acogió su presencia en ese terrible palenque de las bellas y muy luego los mas apuestos bailarines se disputaron el honor de pedirla una cuadrilla.
Uno, el mas bello, el mas elegante, se inclinó silencioso ante ella y le tenció la mano.
A esa muda invitacion, Delfina se levantó; y sin dignarse mirar á los otros solicitantes, asiose al brazo del caballero, y fué á tomar sitio con él en la cuadrilla, dejándolos resentidos y picada en lo vivo su vanidad.
¿Qué la importaba á ella? podia advertirlo siquiera? Dos bellos ojos, los ojos de su caballero interceptaban, digo mal, absorvian todas sus miradas, y no se apartaron de ella en toda la noche.
Al dejar el baile, el lindo ramilletito de violetas habia desparecido del pecho de Delfina; pero en su frente irradiaba un nuevo encanto :
La aureola del amor.