54 PANORAMAS DE LA VIDA
Sin embargo, solo las crispaciones de sus manos, retorciéndose entre las mias, indicaban su horrible sufrimiento: el valiente jóven lo soportaba sin exhalar una queja.
En uno de esos momentos, volvió hácia mí una mirada suplicante, y me hizo un encargo. Habia ofendido á su madre, que se hallaba ausente, y me rogó que, postrándome á sus piés en nombre suyo, le pidiese perdon.
Mi promesa le dió una grande tranquilidad; y al amanecer espiró en mis brazos.
Qué reflexiones tan tristes hice yo aquella noche, mirando agonizar á ese hombre, que en la flor de la vida, bello, y la mente llena de ilusiones, iba á hundirse en el sepulero! Ay! cerca estaba el dia en que, con el corazon destrozado, veria pasar esos mismos pensamientos, en el duelo de mi alma!
En tanto que yo velaba al desgraciado Federico en su agonía, Carlos, disfrazado y conducido por Rosaura, se ocultaba en casa de un consul, donde debia esperar una ocacion favorable para huir de la Paz, cuyas avenidas todas estaban guardadas por los amigos de $., que hallando lenta la accion de la justicia, querian hacerla por su mano; y vijilaban las garitas y las casas de los agentes extranjeros. Así era que, solo guardando un [rigoroso encierro podia el pobre fujitivo sustraerse á las investigaciones de sus