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68 PANORAMAS DE LA VIDA

desesperados de la vírgen, que el viento arrebata con la corsaria nave hácia las costas de Africa.

Y la desdichada cautiva, al volver de su largo desmayo, se encuentra á los piés de un amo, cuyas impuras miradas la codician; pero que aplazando sus tiránicas violencias la encierra en una suntuosa alcoba, dorada jaula, cuyas rejas la infortunada sacude una á una, con rabioso terror, mesando sus cabellos, invocando al cielo y al infierno, hasta que exhausta de fuerza cae exánime en tierra.

Enrique habria caido tambien, tan dolorosos eran los latidos que destrozaban su corazon, si lágrimas, arrancadas á pesarsuyo por los recuerdos despertados en él, por aquella tétrica melodía, lágrimas amargas, pero al fin, lágrimas, no hubieran venido á aliviarlo.

Mas la pasion que en ese momento dominaba á Enrique, tiene la funesta propiedad de emponzoñarlo todo en el alma que sojuzga. El recuerdo de las palabras de su prima, respecto de aquella música, asaltó su mente, y la imágen de G. Gottschallk surjió como una sombra mas, en las tinieblas que ofuscaban su espíritu.

— ¡Entonces tambien me engañaba! —exclamó— mentía en esas melodías celestiales, como mentía en sus palabras de amor!

Y asiéndose á su orgullo, y elevándolo á la altura de su dolor, arrojó con un ademan colérico aquellas