Página:Jean-Henri Fabre - La vida de los insectos.djvu/190

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida
172
LA VIDA

vía afirmarán algún resto de vida. El punto herido no ha variado nunca en la serie de luchas presenciadas bajo la campana: ocupa el medio de la línea de demarcación entre el protórax y el mesotórax, en la cara ventral. Observemos que los Cerceris, operadores de gorgojos de cadena nerviosa concentrada como la de la larva de la Cetonia, hunde el dardo en el mismo punto. La paridad de organización nerviosa determina paridad de método. Observemos también que el aguijón de la Scolia permanece algún tiempo en la herida y escarba con marcada persistencia. Al ver los movimientos de la punta del abdomen, diríase que el arma explora y elige. Con libertad para dirigirse de un lado o de otro en estrechos límites, la punta muy probablemente busca la pequeña masa nerviosa que ha de pinchar, o, por lo menos, regar con veneno, para obtener la parálisis fulminante.

No terminaré el acta del duelo sin relatar algunos otros hechos de menor importancia. La Scolia de dos fajas es ardiente perseguidora de la Cetonia. En una sesión, la misma madre acuchilló, una tras otra, tres larvas a presencia mía. Rechazó la cuarta quizá por fatiga o por agotamiento de la ampolla del veneno. Pero su negativa fué momentánea. Al día siguiente volvió a la carga y paralizó dos gusanos; al tercer día repitió la operación, pero con celo decreciente de día en día.

Los otros depredadores que hacen lejanas expediciones enlazan, arrastran y llevan cada uno a su manera la presa paralizada, y cargados con su carga, durante mucho tiempo, tratan de evadirse de la campana para ir a sus madrigueras, hasta que desalentados por sus vanas tentativas acaban por abandonarla. La Scolia no traslada su