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LA VIDA

la espalda, y torpemente sube por el plano inclinado para llegar a las tenebrosas alturas de su galería. Echo un vistazo a su obra, tomo nota de su forma, posición y orientación, y produzco de nuevo la obscuridad con el estuche de cartón. No prolonguemos la indiscreción si queremos renovar la prueba.


Bolita del escarabajo sagrado modelada en copa para recibir el huevo.
Mi repentina y corta visita nos inicia en el misterioso trabajo. La píldora, al principio exactamente esférica, lleva ahora un fuerte rodete alrededor de una especie de orza poco profunda. La obra me trae a la memoria, en proporciones minúsculas, ciertas vasijas prehistóricas de panza redonda, de gruesos labios alrededor de la boca y cuello estrangulado por un estrecho surco. Este esbozo de la pera enseña el método del insecto, método idéntico al del hombre cuaternario, que desconocía el torno del alfarero.

La bola plástica, cercada circularmente por un lado, lleva una ranura, que es el punto de partida del cuello; además se ha estirado un poco en un saliente obtuso. En el centro de este saliente se ha operado una presión, que haciendo refluir la materia hacia los bordes, ha producido la copa con sus labios disformes. Para este primer trabajo bastan el enlazamiento circular y la presión.

Por la tarde, nueva y brusca visita en completo