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LA APOLOGÍA

Valckenær, Schneider[1] y otros criticos dan á esta composición menos mérito literario que á otras de Jenofonte. Mas nadie pone en duda que tanto la Apología como Las Memorias tienen un valor histórico quizá superior bajo cierto aspecto, al de los escritos de Platón sobre el mismo asunto: pues relata con tan ingénua sencillez, con tan noble complacencia, con tales pormenores los hechos del filósofo, que por sus escritos se conocerá eternamente la vida real de Sócrates, con todos los caractéres que ostentó en su tránsito por esta Tierra. El divino Platón leía en cierta ocasión un pasaje del Fedro á su Maestro, y le arrancó esta exclamación: qué cosas me hace decir ese joven en las que nunca he pensado! En efecto, aquellas cosas eran superiores á sus habituales meditaciones, aunque no contrarias á sus doctrinas.[2] En suma: las Apolo-


  1. El primero duda de la autenticidad de esta pieza lo mismo que del final de la Cyropedia. Schneider juzga que la Apologia debió antiguamente ser una continuación, adición ó suplemento de las Memorias; pero que los gramáticos, al desglosarla de esta obra, la han adulterado en algunos pasajes.-Schoell. Hist. de la litt. grecque profane, II. 350.
  2. Véase la thésis de M. L. Dissen intitulada