le disgustasen mis preguntas, me abstuve de hablar hasta que llegamos al rio. En aquel momento vimos un anciano cubierto de canas, que se dirigía hácia nosotros en una barquichuela, gritando: «¡Ay de vosotras, almas perversas! No espereis ver nunca el Cielo. Vengo para conduciros á la otra orilla, donde reinan eternas tiníeblas, en medio del calor y del frio. Y tú, alma viva, que te presentas así, aléjate de entre esas que están muertas.» — Pero cuando vió que yo no me movia, dijo: — «Llegarás á la playa por otra orilla, por otro puerto, mas no por aquí: para llevarte se necesita una barca más ligera.»
Y mi guia le dijo: — «Carón, no te irrites. Así se ha dispuesto allí donde se puede todo lo que se quiere; y no preguntes más.» — Entonces se aquietaron las velludas mejillas del barquero de las lívidas lagunas, que tenia círculos de llamas al rededor de sus ojos. Pero aquellas almas, que estaban desnudas y fatigadas, no bien oyeron tan terribles palabras, cambiaron de color, rechinando los dientes, blasfemando de Dios, de sus padres, de la especie humana, del sitio y del dia de su nacimiento, de la prole de su prole y de su descendencia: despues se retiraron todas juntas, llorando fuertemente, hácia la orilla maldita en donde se espera á todo aquel que no teme á Dios. El demonio Caron, con ojos de ascuas, haciendo una señal, las fué reuniendo, golpeando con su remo á las que se rezagaban; y así como en otoño van cayendo las hojas una tras otra, hasta que las ramas han devuelto á la tierra todos sus despojos, del mismo modo la malvada raza de Adan (1) se lanzaban una á una desde la orilla, á aquella señal, como pájaro que acude al reclamo. De esta suerte se fueron alejando por las negras
(1) Quiere decir: los malos; las almas condenadas; y en este sentido, nsa (((debería ser usa))) en seguida da el plural: se lanzaban.