tanto, que me hace verter lágrimas; pero dime, si es que lo sabes: ¿en qué pararán los habitantes de esa ciudad tan dividida en fracciones? ¿ Hay algun justo entre ellos? Dime por qué razon se ha introducido en ella la discordia .—Me contestó:—Despues de grandes debates, llegarán á verter su sangre, y el partido salvage (1) arrojará al otro partido (2) causándole grandes pérdidas . Luego, será preciso que el partido vencedor sucumba al cabo de tres años, y que el vencido se eleve, merced à la ayuda de aquel (3) que ahora ensalza . Esta faccion llevará la frente erguida por mucho tiempo, teniendo bajo su férreo yugo á la otra, por más que esta se lamente y avergüence. Aun hay dos justos (4), pero nadie les escucha: la soberbia, la envidia y la avaricia, son las tres antorchas que han inflamado los corazones.
Aquí dió Ciacco fin á su lamentable discurso, y yo le dije:— Todavía quiero que me informes, y me concedas algunas palabras. Dime donde están, y dame à conocer á Farinata (5) y al Tegghiaio, que fueron tan dignos, á Jacobo Rusticucci, Arigo y Mosca, y á otros que se dedicaron á hacer bien, pues siento un gran deseo de saber si están entre las dulzuras del Cielo ó entre las amarguras del infierno.—A lo que me contestó:—Están entre almas más perversas, porque á consecuencia de otros pecados los han arrojado á un circulo más profundo: si bajas hasta allí podrás verlos. Pero cuando vuelvas al dulce mundo, te ruego que hagas por
(1) Esto es, el partido cuyos jefes eran los Cerchi, familia de reciente nobleza y oriunda de los bosques de Val di Sieve. A este partido pertenecia Dante, y se llamaba el de los Blancos.
(2) Es decir, el partido de los negros, que tenia por jefe á Corso Donati.
(3) Cárlos de Valois, hermano de Felipe el Hermoso, el cual acudió en socorro de los Negros, y los restableció en Florencia en 1301.
(4) Estos dos justos son Dante y Guido Cavalcanti, su amigo.
(5) Farinata degli Uberti, ilustre Jefe de los Guibelinos.