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Página:La Divina Comedia (traducción de Manuel Aranda y Sanjuán).djvu/52

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LA DIVINA COMEDIA.

estrellas que salian cuando me puse en marcha, y nos está prohibido retrasarnos mucho.

Atravesamos el círculo hasta la otra orilla, no lejos de un hirviente manantial, que vierte sus aguas en un arroyo que le debe su orígen y cuyas aguas son más bien oscuras que azuladas; y bajamos por un camino distinto siguiendo el curso de tan tenebrosas ondas. Cuando aquel arroyo ha llegado al pié de la playa gris é infecta, forma una laguna llamada Estigia (1); y yo que miraba atentamente, ví algunas almas encenagadas en aquel pantano, completamente desnudas y de irritado semblante. Se golpeaban, no solo con las manos, sino con la cabeza, con el pecho, con los piés, arrancándose la carne á pedazos con los dientes.

Díjome el buen Maestro:—Hijo, contempla las almas de los que han sido dominados por la ira: quiero además que sepas que bajo esta agua hay una raza condenada que suspira (2), y la hace hervir en la superficie, como te lo indican tus miradas en cuantos sitios se fijan.—Metidos en el lodo dicen:—Estuvimos siempre tristes bajo aquel aire dulce que alegra el Sol, llevando en nuestro interior una tétrica humareda: ahora nos entristecemos tambien en medio de este negro cieno.

Estas palabras salian del fondo de su garganta, como si formaran gárgaras, no pudiendo pronunciar una sola íntegra.

Así fuimos describiendo un gran arco al rededor del fétitido pantano, entre la playa seca y el agua, vueltos los ojos hácia los que se atragantaban con el fango, hasta que al fin llegamos al pié de una torre.

(1) De una palabra griega, que significa odio, tristeza y horror.

(2) Estos eran los melancólicos ó descontentadizos.