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Página:La Divina Comedia (traducción de Manuel Aranda y Sanjuán).djvu/56

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LA DIVINA COMEDIA.

labras malditas: no creí volver nunca á la tierra.—¡Oh mi guia querido! tú que más de siete veces me has devuelto la tranquilidad y librado de los grandes peligros con que he tropezado, no me dejes, le dije, tan abatido: si nos está prohibido avanzar más, volvamos inmediatamente sobre nuestros pasos.—Y aquel Señor que allí me habia llevado, me dijo:—No temas, pues nadie puede cerrarnos el paso que Dios nos ha abierto. Aguárdame aquí: reanima tu abatido espíritu y alimenta una grata esperanza, que yo no te dejaré en este bajo mundo.—En seguida, se fué el dulce Padre, y me dejó solo. Permanecí en una gran incertidumbre, agitándose el sí y el no en mi cabeza (1).

No pude oir lo que les propuso; pero habló poco tiempo con ellos, y todos á una corrieron hácia la ciudad. Nuestros enemigos dieron con las puertas en el rostro á mi Señor, que se quedó fuera, y se dirigió lentamente hácia donde yo estaba. Tenia los ojos inclinados, sin dar señales de atrevimiento, y decia entre suspiros:—¿Quién me ha impedido la entrada en la mansion de los dolores?—Y dirigiéndose á mí: Si estoy irritado, me dijo, no te inquietes; yo saldré victorioso de esta prueba, cualesquiera que sean los que se opongan á nuestra entrada. Su insolencia no es nueva: ya la demostraron ante una puerta menos secreta, que se encuentra todavía sin cerradura (2). Ya has visto sobre ella la inscripcion de muerte (3). Pero más acá de esa puerta, descendiendo la montaña y pasando por los círculos sin necesidad de guia, viene uno que nos abrirá la ciudad (4).

(1) Esto es: dudando si volveria ó no Virgilio.

(2) Porque, á pesar de la resistencia de los demonios, la puerta fué rota por Jesucristo, cuando bajó al Limbo.

(3) Véase el principio del canto II.

(4) El ángel enviado por Dios.