Aquel color que el miedo pintó en mi rostro, cuando ví á mi guia retroceder, hizo que en el suyo se desvaneciera más pronto la palidez insólita (1). Púsose atento, como un hombre que escucha, porque las miradas no podian penetrar á través del denso aire y de la espesa niebla.
—Sin embargo, debemos vencer en esta lucha, empezó á decir: si no!... pero se nos ha prometido... ¡Oh! ¡cuánto tarda el otro en llegar! (2)
Yo bien veia que ocultaba lo que habia comenzado á decir bajo otra idea que le asaltó despues, y que estas últimas palabras eran diferentes de las primeras: sin embargo, su discurso me causó espanto, porque me parecia descubrir en sus entrecortadas frases un sentido peor del que en realidad tenian.—¿Ha bajado alguna vez al fondo de este triste abismo algun espíritu del primer círculo, cuya sola pena es la de perder la esperanza? le pregunté. A lo que me respondió: —Rara vez sucede que ninguno ande el camino por donde yo voy. Es cierto que tuve que bajar aquí otra vez
(1) Quiere decir que Virgilio, pálido de indignacion, procuró recobrar en seguida su serenidad para tranquilizar á Dante.
(2) Si no... Esta reticencia expresa el temor y la duda, que inmediatamente desecha Virgilio por respeto al Ser supremo. Quiere decir: «¡Si no... viniese ayuda del cielo!... Pero, ¿qué digo? Se me ha prometido... y no puede faltar.» Se refiere á la llegada del ángel.